El fútbol ha vuelto a poner de manifiesto su fuerza como fenómeno social. Un partido, once hombres, una pelota…una nación. En un país que atraviesa su purgatorio por haber vivido por encima de sus posibilidades, en una España rota políticamente, deprimida económicamente, fracturada socialmente, el fútbol, la selección española, nos ha unido mucho más de lo que parece. Detrás de esta gesta de campeones del mundo, descubrimos en “la roja” lo que nuestras empresas, nuestra sociedad y nuestros hijos necesitan: valores, sentimiento, humildad, esfuerzo, generosidad, compañerismo, equipo…unión. Se demuestra que esta piel de toro es dura. Que cuando se une, es irrompible, invencible. Nos ha hecho felices, sentirnos orgullosos de ser españoles. Si, españoles. Si de verdad nos uniéramos, si de verdad dejáramos de perder el tiempo en debates políticos del pasado que ya parecían estar superados, en zanjar de una vez por todas la franja de las dos Españas, en unir y no en dividir, si mirásemos al futuro, si dejásemos los egos y los intereses personales de lado, seríamos una de las mejores - que no mayores - naciones del mundo. Siempre he admirado en este sentido a los EE.UU. Infantiles en algunas cosas pero invencibles por su unión, por el amor que sienten hacia una bandera por la que son capaces de todo. Reman todos en la misma dirección, y lo hacen más...